La Iglesia Vieja de Santiago fue construida en la segunda mitad del siglo XIV y reconstruida en el S. XV. Perdió su condición de parroquia a principios del S. XVII al construirse la nueva, aunque mantuvo el culto hasta el S. XIX. Posteriormente albergó tantos y tan diferentes usos que nuestros días tan sólo han sido alcanzados por las ruinas de su rica portada, la fuerte torre y las esbeltas arcadas interiores que definían las naves, el altar y las capillas laterales.

La restauración y reconstrucción de las ruinas de la Iglesia Vieja han permitido entrelazar la Historia Contemporánea y el presente con el granito centenario, a la vez que se garantizaba la dignificación y conservación de esta bella muestra del patrimonio artístico de Castilla y León que nuestros antepasados nos legaron.